¿Quién ha dicho que ha de respetarse el guión? La monologuista improvisa
ante el público. En este caso, se ve afectado el rasgo primario de la
inmediatez, habitual en las interacciones informales: el texto escrito
no se da en el aquí y el ahora; en cambio, la dramatización se da en un
escenario y ante un público. Ello ocasiona que los gestos adquieran un
relevante papel, como vemos en el vídeo:
Si comparamos el guión con la transcripción, observamos que además toman relevancia las añadiduras improvisadas:
GUIÓN
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TEXTO DRAMATIZADO
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(2.a)
Otro que va por una
carretera de plastilina. Uno que se transforma en una especie de robot
poligonero y empieza a bailar bakalao… que el seguro de tiene que costar una
fortuna.
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(2.b)
Eva
Hache: hay otro que va por CARReteras de plastilina
Público:
RISAS
Eva
Hache: hay otro que se transforma en
una especie de ROBOT poligonero que empieza ahí/ chunkun [chunkun chunkun¯[1] que empieza a bailar
bakalao¯
¿lo habéis visto ¿no?]
Público:
[RISAS Y APLAUSOS]
Público:
APLAUSOS 3”
Eva
Hache: esa transformación de cochee a
Cyborg es- esoo yo pien- pienso ¿cuán-
cuánto vale el seguro de eso?
Público: RISAS
Eva
Hache: no[2]
me lo compro
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[1] Con las manos y el cuerpo
hace gestos que emulan la transformación del coche en robot.
[2] Acompaña el no con un gesto de negación con el dedo
índice.
Todo ello viene, sin duda, a facilitar la comunicación con la audiencia y, en consecuencia, el triunfo de los efectos humorísticos perseguidos.