lunes, 18 de abril de 2011

¿En qué se parecen el guión de Attardo y el espacio mental cognitivo?


La respuesta que cabría dar es: EN NADA. Si profundizamos un poco más, la respuesta sería otra: en que los dos explican el humor. Para la lingüística cognitiva, el humor no puede tratarse a partir de la propuesta de la incongruencia-resolución según la cual un guión es sustituido por otro. Esta noción estática choca con la dinamicidad y plasticidad del espacio de mezcla, según el cual la fuente (u origen) y la meta (o destino) estarían indirectamente conectados por medio de un espacio genérico y un espacio de ‘mezcla’, lugar intermedio que es capaz de generar estructuras emergentes y, en consecuencia, explicar lo que ocurre en el humor.
¿Y por qué esa preocupación por este fenómeno? Siguiendo el artículo programático de Brône, Feyaerts y Veale (2006): “Introduction: Cognitive linguistics approaches to humor”, Humor, 19-3, págs. 203-228, puede decirse que lo hace siendo consecuente con sus asunciones básicas, principalmente dos:
·               El significado es esencialmente una conceptualización;
·               La estructura lingüística se basa en el uso, no solo semántico, sino también pragmático.

En este contexto, el humor proporciona una imagen bastante acertada de cómo nuestra experiencia está estructurada por medio de mecanismos cognitivos como la metáfora, la metonimia o los marcos cognitivos. Así pues, el humor es un hecho más del uso creativo del lenguaje y como tal se analiza de acuerdo con el conocimiento experiencial, los grados de saliencia o la noción de prototipo.

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